Menos de una hora de uso del teléfono móvil puede acelerar la actividad cerebral en el área más cercana a la antena.
Esa es la conclusión a la que han llegado tras concienzudas investigaciones un grupo de científicos del Instituto Nacional de la Salud de Estados Unidos. Piden precaución a la hora de analizar estos resultados puesto que una cuestión es que existe esa alteración pero ahora hay que determinar si tiene efectos beneficiosos, perjudiciales o es indiferente. Y aún hay más.
La importancia de esta investigación radica en que efectivamente se habría comprobado que la radiación emitida por los teléfonos móviles afectaría al tejido cerebral cercano al dispositivo, lo que se traduce en un aumento de los niveles de consumo de azúcar y glucosa en esas áreas.
Ahora habría que continuar realizando estos estudios para determinar los efectos a largo plazo por la exposición a dicha radiación durante años. Algunos estudios sugieren que existiría una relación entre el uso intensivo del móvil y la aparición de ciertos tumores poco frecuentes, pero hasta ahora no ha existido una demostración científica evidente. Lo que sí coinciden en recomendar diversos grupos de estudio es la conveniencia de utilizar manos libres (de cable) al hablar por teléfono, para alejar en la medida de lo posible la fuente de ondas de nuestro cerebro.
Cuando acercamos el móvil a nuestro oido el área cerebral más próxima experimenta un incremento de actividad cifrado en un 7%. Ese incremento en el consumo de glucosa y azúcar por la actividad cerebral también ocurre de manera natural en determinados momentos, pero la cuestión aquí sería qué sucede cuando se estimula dicho incremento de forma artificial mediante el uso del móvil.
Según palabras del editor de la revista Microwave News, "el dogma en la comunidad de la telefonía móvil dice que no hacen nada; ahora sabemos que sí hacen algo y lo próximo será averiguar qué hacen y si está causando algún daño". El director del Instituto para el Cancer de Pittsburgh alaba el método empleado para efectuar la investigación y manifiesta que a pesar del escepticismo que hasta ahora se había tenido mantenido sobre el riesgo para la salud de los teléfonos móviles pues se mantenía que su señal era demasiado débil como para romper los enlaces químicos a partir de este estudio se abren nuevos campos de investigación, aunque concluye que estos resultados no deberían causar alarmismo, que en cualquier caso es aconsejable usar un manos libres y que él en concreto no va a usar menos su móvil a raiz de este estudio.
Más información [The New York Times]
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