18 septiembre 2010

Cómo se sabe lo que pasa en el cerebro cuando tenemos un orgasmo



La pequeña muerte, que decían los poetas franceses, ha sido desentrañada hasta su última pieza por los científicos. Algunos creerán que, así, le arrebatamos su pirotecnia y su magia. Otros, entre los que me incluyo, creerán que de esta manera el orgasmo alcanza una profundidad poética todavía mayor (siguiendo el enfoque proporcionado por Richard Dawkins en su libro Destejiendo el arco iris, de obligatoria lectura para todos los que aún crean que la ciencia no es poesía o que descubrir cómo funcionan las cosas es quitarle la gracia o la magia a esas cosas).

Pero nos desviamos. Os hablaba del orgasmo. En los últimos años se han realizado estudios en los que se han conseguido imágenes por escáner del cerebro masculino mientras tenía un orgasmo.

Estos estudios arrojan datos inéditos sobre el orgasmo; sin embargo, para su obtención, los sujetos deben pasar por un protocolo que tiene poco de erótico.

Imaginaos la situación. Os inmovilizan la cabeza con una cinta muy ceñida para introduciros por entero de un tubo metálico de resonancia que más bien parece un ataúd. Un catéter por vía intravenosa os administra con cuentagotas el agua con el marcador radioactivo preciso para obtener imágenes mediante la tomografía por emisión de positrones. Y entonces, el experimentador te dice: ahora quédate muy quietecito para evitar la activación de las partes visuales o motoras del cerebro e intenta tener un orgasmo.

Os parecerá que en un entorno como éste resulta, la antítesis del erotismo, será ciertamente difícil tener una erección para, luego, eyacular. Pero los sujetos del experimento lo conseguían gracias a la ayuda de su compañera femenina, que se afanaba en lo posible con su mejor estimulación manual. Contra pronóstico, 8 de cada 11 sujetos eran capaces de eyacular en estas condiciones, según un estudio reciente llevado a cabo por Pert Holstege y sus colaboradores del Hospital Universitario de Groninga en los Países Bajos.

Así pues, una vez alcanzada la proeza de eyacular dentro de este entorno hipertecnológico que te hace sentir que estás en una suerte de panóptico, los resultados han permitido profundizar en lo que pasa cuando tenemos un orgasmo.

Lo explica así el profesor de Neurociencia David Linden:

Como era de esperar, los centros de gratificación del cerebro medio, entre ellos el área tegmental ventral, intervenían de forma muy intensa. En este sentido y en lo que a sus aspectos placenteros se refiere, un nuevo amor y el orgasmo son como la heroína y la cocaína, activaban un gran número de áreas discretas en la corteza, entre ellas lugares de los lóbulos parietal, frontal y temporal. Resulta sorprendente que estos emplazamientos de la activación cortical se hallen sólo en el lado derecho del cerebro. Por último, el cerebelo se activaba de forma intensa durante el orgasmo.
Los resultados de los orgasmos femeninos son muy similares, pero con algunas diferencias. La principal es una activación de un área cerebro medio denominada región gris periacueductal, una región donde hay muchas neuronas portadoras de endorfinas que posiblemente confieren un aspecto adicional al placer sexual o la sensación de saciedad que sienten las mujeres.

Como curiosidad sobre el orgasmo femenino, hay pacientes que sufren ataques convulsivos que afectan a los lóbulos temporales derechos (en los que radican partes del sistema límbico) que inducen a la mujer al orgasmo. Normalmente son orgasmos sin placer, pero también se ha habido casos de pacientes con orgasmos placenteros incontrolados.

Por ejemplo, Yao-Chung Chuang, del Chan Gung Memorial Hospital de Taiwán, informaron del caso de una mujer de 41 años que padecía estos ataques convulsivos, y que, unos segundos después de cepillarse los dientes, entonces sufría orgasmos placenteros. Sin duda todo un aliciente para mantener una buena salud buco-dental.


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