Nos empeñamos en llamarle planeta Tierra cuando su superficie está compuesta por más de un 70% de agua.
Hay que salir al espacio y situarnos sobre la región del océano Pacífico para ver que esa especie de canica de mármol azul en medio de la inmensidad del Universo es nuestro hogar, la Tierra, gracias a las fotografías obtenidas por el MRIS, el Espectroradiómetro de Imágenes de Resolución Moderada (Moderate Resolution Imaging Spectroradiometer) puesto en órbita por la NASA a bordo del satélite Terra.
El progreso de la ciencia nos hace sabios siempre de la mano de los avances de la tecnología.
Hace unos siglos la tierra era plana entre otras cosas porque no se podía salir en una nave a dar vueltas en torno al planeta. Hoy, que tampoco es que podamos hacerlo en persona pero nos creemos lo que cuentan quienes sí salen a orbitar la Tierra, podemos asombrarnos no ya con construcciones conceptuales o teóricas sino con las imágenes, que dicen más que mil palabras.
Quizá por ello, y a la vista de fotografías como la de arriba, llegue un momento en que demos un giro copernicano y rebauticemos a nuestro planeta dotándole de un nombre más apropiado a su naturaleza, fruto de una nueva concepción de nuestro planeta como la que supuso en los albores de la carrera espacial cuando desde el Apolo 17 se realizó la fotografía denominada Canica Azul.
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