09 febrero 2011

Controlar la temperatura de color contribuirá a la calidad de tus fotos




Como ya sabéis, sacar fotos en un día soleado o nublado influye mucho por la sencilla razón de que la temperatura general de los colores cambia. Esta temperatura se mide en grados Kelvin y puede ir desde valores de mil, que correspondería a lo ofrecido por las bombillas de tungsteno (la bombilla incandescente de toda la vida) hasta valores de diez mil, que podría corresponder a un frío día nublado de invierno. ¿Como controlar esto en una cámara réflex? Simplemente variando el balance de blancos según la situación en la que nos encontremos.


Podríamos decir que durante el amanecer, o en un día especialmente nublado y gris, podríamos alcanzar temperaturas de diez mil grados Kelvin, mientras que en las horas donde el sol luce en todo su esplendor, podríamos alcanzar temperaturas de 5000K a 6500K, que es lo que se conoce como luz día. Al atardecer, cuando el sol desaparece por el horizonte, la temperatura de color puede descender hasta los 1000K, propiciando que se vean colores muy "anaranjados" y tonos de piel poco naturales.


En las cámaras digitales tenemos diferentes configuraciones predefinidas que nos pueden ayudar a calibrar correctamente los colores de nuestras fotos. Según la cámara que tengamos podremos definir el balance de blancos más al detalle y conseguir reproducir unos colores naturales. En las cámaras de película, esto resulta más complicado ya que tendremos que hacerlo a través de filtros en el objetivo.


Las actuales herramientas de postproceso como Lightroom o Aperture nos permiten variar el balance de blancos con la fotografía ya tomada, siempre que hayamos disparado la misma en formato RAW, claro está. De esta manera podremos corregir una foto para que se representen los colores de la misma correctamente, aunque también podremos falsearlos para intentar emular un tipo de fotografía antigua o desgastada.


Vía | Photoguides

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