20 noviembre 2010

Cómo se producen los rayos (Parte 2)



Como os prometí, en esta entrega vamos a hablar sobre cómo se produce la separación de cargas en una nube de tormenta. En realidad, este es un proceso que no se comprende del todo bien, lo que voy a explicar aquí es la hipótesis probablemente más aceptada por la comunidad científica. Pero no me peguéis si algún día se descubre que esta teoría era incorrecta (o si alguien lo ha descubierto ya, y yo no me he enterado).


En el interior de la tormenta se producen fuertes corrientes ascendentes, que arrastran las pequeñas gotas de agua que forman la propia nube. Al subir, estas gotitas se enfrían muy rápidamente, hasta varias decenas de grados bajo cero.


Todos pensaríamos que a tan bajas temperaturas el agua se congelaría de forma instantánea. Pero no tiene porqué ser así. El cambio de fase se desencadena sí se produce una perturbación. Esto ha pasado en algunos sótanos inundados bajo cero, lo que llamamos agua sobre-enfriada: al intentar entrar una persona, el agua se congela rápidamente al rededor de sus pies, atrapándolo.


En el caso de las gotas sobre-enfriadas en el interior de la nube de tormenta, esta perturbación se puede producir por la presencia de una partícula de polvo llamada núcleo de condensación (en cuyo caso, la gota se convertirá en un copo de nieve, o de granizo), o bien por la colisión de la gota con un cristal de hielo previamente formado.

En el caso de la colisión con un trozo de hielo preexistente, lo habitual es que el agua que contenía la gota se congele inmediatamente y quede adherida al hielo. De esta forma, se va formando un cristal de hielo cada vez más grande, hasta que pesa demasiado como para que las corrientes ascendentes lo mantengan, y se precipite al suelo en forma de granizo suave. Este proceso se conoce como acreeción.


Pero en ocasiones, no toda el agua de la gota queda adherida al hielo. Una parte puede sobrevivir y convertirse en un minúsculo cristal de hielo. Además, lo normal es que a causa de la colisión haya una pequeña transferencia de carga, de forma similar a que podemos cargar eléctricamente una regla de plástico frotándola con lana.


De esta forma, el pequeño cristal de hielo se queda con un poco de carga positiva. Como es muy pequeño, las corrientes ascendentes lo siguen arrastrando hacia arriba. Por otra parte, el copo de granizo suave queda con carga negativa, y como es más pesado permanece en la zona baja de la nube.


Así pues, con el tiempo, la zona superior de la nube queda cargada positivamente, mientras que las cargas negativas se acumulan en la zona más cercana al suelo.


Esta proximidad con el suelo hace que aún ocurran más cosas. Podemos considerar la Tierra como un conductor enorme, es decir, las cargas eléctricas que hay en su interior se pueden mover con cierta libertad. Como las cargas de signos opuestos se atraen, la presencia de una zona con mucha carga negativa en la parte inferior de la nube induce una zona de carga positiva en el suelo, justo por debajo de la nube, que sigue todos sus movimientos.


En definitiva, tenemos dos zonas donde se ha acumulado carga positiva (en la cima de la nube y en el suelo), mientras que en el medio hay una zona de carga negativa. Ya tenemos el terreno abonado para que se produzcan las descargas, veremos cómo en el siguiente capítulo, en este mismo blog.

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