Ha empezado un nuevo curso escolar y, con él, las consabidas medidas de seguridad para evitar que nuestros hijos sean pasto de los piojos. Pero ¿cuáles son los secretos de estas diminutas y omnipresentes criaturas?
-Los piojos son muy pequeños y no tienen alas, y viven como parásitos en el pelo o las plumas de mamíferos y aves. Es decir, que su hábitat es abundante. Sin embargo, hay una clase de piojo que está en peligro de extinción: el Haematopinus oliveri. Ello sucede porque sólo ataca a la población cada vez más escasa de cerdos enanos de la sabana india.
-Los piojos son como vampiros (aunque su aspecto es como de cangrejos en miniatura): se alimentan de sangre, piel muerta o partes de las plumas. Así que todos estamos expuestos a los piojos. Bueno, todos no: hay algunas excepciones, como los murciélagos, el ornitorrinco y el equidna.
-En nosotros conviven tres especies diferentes de piojos: los de la cabeza, los de la ropa y los del pubis. Gracias a ello, ahora sabemos mucho más de la especie humana: ha bastado con analizar el ADN de los piojos de nuestro cuerpo. Por ejemplo:
La ladilla (Pthirus pubis) guarda una estrecha relación con el piojo de los gorilas (Pthirus gorillae). El ADN demuestra que las dos especies se separaron hace 3 millones de años, de manera que nuestros ancestros homínidos dormían ocasionalmente con gorilas o bien utilizaban nidos abandonados de gorilas para descansar. Un análisis similar del piojo de la cabeza (Pedicuros humanus capitis) nos revela que nosotros nos separamos de los chimpancés hace entre 0,5 y 5 millones de años, y que nos contagiamos de una segunda especie de la cabeza de nuestro pariente ya extinguido, el Homo erectus, 3 millones de años más tarde. Los piojos del cuerpo (P. humanus humanus) sólo viven en la ropa. Evolucionaron a partir de los piojos de la cabeza hace unos 70.000 años, lo que nos da una pista sobre el momento en que empezamos a vestirnos.
-La manera de desplazarse del piojo de cuerpo a cuerpo es muy curiosa. Como los piojos no vuelan, deben esperar el contacto directo entre dos cuerpos para pasar de uno a otro. Sin embargo, han desarrollado maneras alternativas, como subirse a una mosca que se ha posado momentáneamente en el cuerpo. Como los piojos no pueden sobrevivir en una mosca, esperan que ésta se pose en otro cuerpo para bajar.
También pueden usar otros animales voladores, como algunas aves. Sin embargo, estos métodos de transporten tienen no pocos riesgos: si la paloma muere, el piojo probablemente también lo hará. Por ello, por ejemplo, el programa para proteger y criar cóndores de California en cautividad terminó inadvertidamente con el piojo Colpocephalum californici cuando el resto de aves fueron fumigadas.
Las liendres que se contagian los niños son los huevos del piojo de la cabeza; se pegan a la base del pelo utilizando un cemento especial. Es tan fuerte que algunas hembras (que ponen seis huevos al día) terminan pegándose también al pelo y mueren de hambre. La población media es de unos 100 piojos por cabeza, cantidad que se alcanza en un mes.
Vía | El pequeño gran libro de la ignorancia (animal) de John Lloyd
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