Buceando por Internet me he topado con este estudio llevado a cabo hace unos meses. Es un estudio con hamsters, y los seres humanos no somos hamsters. Pero los hamsters son mamíferos y nosotros también, y los estudios con ellos son un buen comienzo para apuntar pistas sobre cómo funcionamos nosotros. O un mal comienzo, a tenor de los resultados.
Y es que dormir con la televisión encendida podría causar depresión, según este estudio. Sí, sé lo que estaréis pensando: no me extraña que pueda causar depresión pasarse toda la noche viendo cartomantes adivinando el porvenir de insomnes, la teletienda o esos concursos oligofrénicos en los que buscan nombres de personas que empiecen por la letra A… ¡llamad ahora, tengo las líneas abiertas, quiero una llamada ya!
Pero no es exactamente ésa la razón de que la televisión produzca depresión. De hecho resulta irrelevante lo que pongan esa noche: lo importante es que la pantalla de la televisión desprende luz. Muy poca, pero la suficiente para alternar nuestros ritmos circadianos.
Reconozco que el estudio, aunque todavía no se haya realizado en humanos, me sienta como un jarro de agua fría. Porque he llegado a un estadio en mi vida en el que no puedo dormirme si antes no ejecuto meticulosamente una serie de rituales. Y uno de esos rituales consiste en ponerme una película cada noche para coger el sueñecito. Ah, y la película tiene que haber sido rodada antes de 1990. Y si es una película ingenua o muy lenta, mejor.
Pero el estudio de la Universidad Estatal de Ohio, liderado por Rand Nelson y presentado en el último encuentro anual de la Sociedad Americana de Neurociencia en San Diego, sugiere que el nivel de luz óptimo que necesita el cerebro de los mamíferos para descansar es sorprendentemente bajo. Los investigadores asocian los efectos de la exposición a la luz a una hormona llamada melatonina, que se produce cuando el cuerpo detecta la oscuridad. Si hay demasiada luz ambiental, el cuerpo podría producir cantidades de melatonina inapropiadas.
Para llevar a cabo el estudio, Nelson y sus colegas usaron 16 hamsters. Una mitad durmió a oscuras, y la otra mitad eran expuestos cada noche a un nivel de luz equivalente al que produce el brillo de un televisor encendido en una habitación a oscuras (5 lux). Al examinar posteriormente los cerebros de los hamsters, concretamente el hipocampo, aquéllos que habían dormido con luz tenían una menor densidad de vellosidades (espinas dendríticas) en las neuronas que quienes dormían sin luz, lo que implica que la comunicación entre sus células nerviosas se habría visto reducida.
Me veo pasándome a la radio.
Vía | Muy Interesante
No hay comentarios:
Publicar un comentario